M. A. Ramón V. Taveras Morillo
Coronel ERD., DEM.
Para poner en contexto el estudio de este tema, es imperativo empezar subrayando algunos aspectos históricos de la isla de Formosa o “isla hermosa”, quien antes de que fuera devuelta a China, fue colonizada por tres potencias europeas: Portugal, España y los Países Bajos.
Los portugueses fueron los primeros europeos en llegar a Taiwán en el siglo XVI. Establecieron un asentamiento en la costa suroeste de la isla y lo llamaron "Formosa". Sin embargo, la presencia de los portugueses en Taiwán fue breve, fueron expulsados por los neerlandeses en 1624.
Después de que los portugueses abandonaron Taiwán, los españoles tomaron el control de la isla en 1626. Establecieron una colonia en el norte de Taiwán y la llamaron "Isla Hermosa". Durante su dominio, los españoles construyeron fuertes, desarrollaron la agricultura y el comercio entre otras aéreas. No obstante, su dominio fue efímero, siendo expulsados por los neerlandeses en 1642.
Bajo el dominio neerlandés, Taiwán se convirtió en un importante centro comercial y base para las actividades comerciales en el este de Asia. Los neerlandeses construyeron fortalezas y establecieron un gobierno colonial en Taiwán. Sin embargo, en 1662, fueron expulsados por el líder chino Koxinga, poniendo fin al dominio neerlandés en Taiwán.
La historia de Taiwán es larga y compleja, con una combinación de influencias indígenas, coloniales y políticas.
En 1683, la dinastía Qing de China conquistó Taiwán y lo convirtió en una provincia china. Durante este período, los colonos chinos llegaron a la isla y se establecieron allí. Taiwán permaneció bajo el dominio chino durante más de dos siglos, aunque también experimentó conflictos y rebeliones internas.
En 1895, después de la derrota de China en la Primera Guerra Sino-Japonesa, Taiwán fue cedido a Japón en el Tratado de Shimonoseki. Durante el período de dominio japonés (1895-1945), Japón modernizó la infraestructura, la economía y la educación de Taiwán. Sin embargo, también impuso políticas de asimilación cultural y represión.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón renunció a su control sobre Taiwán y la isla fue devuelta a China. Sin embargo, el gobierno de la República de China (ROC) liderado por
el partido nacionalista del Kuomintang (KMT) se estableció en Taiwán, mientras que el Partido Comunista Chino (PCC) tomó el control del continente.
Durante las décadas siguientes, Taiwán experimentó un rápido desarrollo económico, convirtiéndose en una de las "Cuatro Tigres Asiáticos", mediante el régimen autoritario del partido KMT desde 1949, liderado por Chang Kai Chek y a causa de su muerte en 1975, asumido por su hijo Channg Ching Kuo, quien al poner fin al monopolio partidario en 1986, dio paso a la creación del Partido Democrático Progresista (PDP) independentista y de esta forma fue gradualmente transformando la isla a un sistema democrático.
La muerte de Channg Ching Kuo en 1988, llevo al poder al vicepresidente Lee Teng Hui de origen taiwanés en 1990, quien posteriormente para 1996, se convirtió en el primer presidente democráticamente elegido de la isla.
China considera a Taiwán como una provincia renegada y ha presionado para lograr la reunificación. Sin embargo, Taiwán ha mantenido su propia identidad política y se ha resistido a la presión china. Actualmente, Taiwán tiene relaciones económicas y culturales con muchos países, pero su estatus político sigue siendo un tema controvertido.
Es importante destacar que la historia de Taiwán está sujeta a diferentes interpretaciones y perspectivas, especialmente en relación con su estatus político y sus relaciones con China.
Es precisamente por esto que, la situación geopolítica entre China y Estados Unidos respecto a Taiwán es compleja y delicada. Taiwán es considerada por China como una provincia rebelde que debe ser reunificada con el territorio chino, mientras que Estados Unidos ha mantenido una política de apoyo y defensa de Taiwán.
China considera a Taiwán como parte de su territorio y ha utilizado tanto la diplomacia como la presión económica para intentar aislar a la isla en la comunidad internacional. China ha buscado evitar que Taiwán sea reconocida como un país independiente y ha presionado a los países que mantienen relaciones diplomáticas con la isla para que rompan los lazos.
Por su parte, Estados Unidos ha mantenido una política de apoyo a Taiwán desde 1979, cuando rompió relaciones diplomáticas oficiales con la isla para establecerlas con China. Sin embargo, Estados Unidos ha seguido siendo un importante aliado y socio comercial de Taiwán, suministrándole armas y equipos militares a la isla como parte de un acuerdo de defensa mutua.
La relación entre estas dos naciones respecto a Taiwán ha sido rígida en los últimos años. China ha expresado su fuerte oposición a las ventas de armas estadounidenses a Taiwán y ha advertido a Estados Unidos que no interfiera en sus asuntos internos. Por su parte, Estados Unidos ha reafirmado su compromiso con la seguridad de Taiwán y ha expresado su preocupación por las acciones de China en el estrecho de Taiwán, donde ha aumentado su presencia militar.
La situación se ha vuelto más complicada en los últimos años debido a los cambios en la política internacional y las tensiones entre China y Estados Unidos en otros temas, como el comercio y la seguridad cibernética. Las relaciones entre China y Estados Unidos se han deteriorado y esto ha tenido un impacto en la situación de
Taiwán.
Existen varios posibles conflictos entre estas dos potencias, debido a una serie de diferencias políticas, económicas y estratégicas. Algunos de los principales puntos de tensión incluyen:
Han estado involucrados en una disputa comercial a largo plazo, con la imposición de aranceles y barreras comerciales mutuas. Ambos países han acusado al otro de prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual, lo que ha llevado a una guerra comercial y tensiones económicas significativas.
China ha estado involucrada en disputas territoriales en el Mar de China Meridional con varios países vecinos, incluidos Vietnam, Filipinas y Japón. Estados Unidos ha expresado su apoyo a estos países y ha llevado a cabo operaciones de libertad de navegación en la región, lo que ha generado tensiones adicionales entre ambas naciones.
Son países que tienen sistemas políticos y valores ideológicos muy diferentes. El gobierno chino ha sido criticado por su historial en materia de derechos humanos, censura y represión política. Estas diferencias ideológicas y los conflictos relacionados con los derechos humanos han llevado a más tensiones entre ambos países.
La competencia tecnológica y la seguridad cibernética son otras áreas de conflicto potencial. Estados Unidos ha acusado a China de robo de tecnología y espionaje cibernético, y ha tomado medidas para restringir la participación de empresas chinas en sectores estratégicos. Además, la disputa entre Estados Unidos y China sobre la empresa de telecomunicaciones Huawei ha aumentado las tensiones en el ámbito tecnológico.
El antagonismo entre estas dos potencias de la geopolítica mundial, está dando lugar a una pugna tecnológica de última generación, para ser más específicos solo debemos poner nuestra atención a los llamados semiconductores, quizás la pieza clave de victoria de uno u otro bando, ya que la innovación es el centro de gravedad.
Los semiconductores están teniendo un impacto mundial ya que son componente esencial para el crecimiento económico, la seguridad y defensa de cualquier estado, mas aun de las ya erigidas como potencias mundiales, su demanda está casi al límite, por tal razón la industria de defensa enfrenta grandes desafíos, como la inteligencia artificial, la computación cuántica, el internet de las cosas, comunicaciones inalámbricas avanzadas, especialmente el 5G, todas estas tecnologías requieren microchips de ultima generación y grandes cantidades.
Digo esto en razón de que, producto de una inteligencia política y determinante camino a una productividad exitosa, la isla de Formosa se ha convertido en uno de los principales productores a nivel mundial de semiconductores, a tal medida que el 84% de los chips más avanzados y de tamaño nanómetro son producidos en tierra taiwanesa.
Sin lugar a dudas este es un factor que puede cambiar significativamente las relaciones de poder, el gigante asiático apetece adueñarse de Taiwán, pudiendo convertirse en el detonante de un conflicto bélico a escala mayor, si esto se convirtiera en un obstáculo para que china alcance su plano desarrollo tecnológico. Por otro lado, para Estados Unidos un Taiwán bajo dominio chino, sería un ingente avance de china a la supremacía del tablero mundial, algo que no creo permita la actual primera potencia militar.
Es importante tener en cuenta que aunque existen puntos de conflicto, también hay áreas de cooperación y diálogo entre Estados Unidos y China. Ambas naciones tienen una interdependencia económica significativa y han trabajado juntas en temas como el cambio climático y la no proliferación nuclear.
No podemos negar que al visualizar los demás indicadores geopolíticos de estas dos potencias mundiales, como el tipo de gobierno, la densidad poblacional, etnias, idioma, religión, recursos naturales, PIB y PIB per cápita, nos damos cuenta de grandes diferencias que existen entre ellas, originando pugnas por la hegemonía, lo que se puede evidenciar en el juego geoestratégico que actualmente se desarrolla en el mar de china meridional, el estrecho de Taiwán y el de Malaca (claves para el tránsito marítimo de la región), donde Estados Unidos ha articulado varios cordones de contención para evitar el avance chino. (Este será nuestro próximo tema de análisis).
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