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viernes, 9 de junio de 2023

Deseo de aprender inglés chocó con la inoperancia de un buen programa


Miles de estudiantes de inglés de inmersión estuvieron en la graduación celebrada el 1 de diciembre de 2022.



Por: SHADDAI EVES

Yo ya tenía una base del idioma. En mi adolescencia, estudié por mi propia cuenta y también, llegué a cursar algunos niveles básicos en un instituto privado.

Sentí que estaba olvidando el idioma debido a que a la hora de conversar no tenía la misma fluidez que antes, cuando era adolescente. Además, esto me abría la puerta para cumplir el sueño de realizar una maestría en el exterior.

Investigué algunos centros privados y eran muy costosos.

Al comentarles esto a algunas amigas, la idea de volver a estudiar inglés, me hablaron de la beca del Mescyt. Ellas, por los años 2018 y 2019, habían realizado el curso y me comentaron que con el programa inmersivo, es decir, “tomando clases de inglés todos los días”, podía perfeccionar mi fluidez y ampliar un poco más mi vocabulario.

También, porque era una opción que no causaría interferencia con mi trabajo, que es a tiempo completo.

Algunas de ellas son bilingües hoy, gracias a lo aprendido en el programa en años pasados.


En octubre del año 2022 apliqué al programa y fui beneficiada con uno de los puestos para estudiar en 2023, en la Universidad Nacional Evangélica (UNEV), tanda nocturna.

Recibí el correo de que fui beneficiada y todo muy bien hasta ahí. Más adelante, recibí otro correo que decía que el curso iniciaba el martes 24 de enero, todos los días, de 5:00 de la tarde a 9:00 de la noche, para un total de cuatro horas diarias totalmente con el idioma.

Ese día hicieron un acto de bienvenida y fuimos convocados al día siguiente, el 25 de enero, para darnos una evaluación diagnóstica y colocarnos con el grupo más conveniente de acuerdo a nuestros conocimientos previos.

A partir de ese día, luego de la prueba, iniciaron los problemas que no se han solucionado hasta el día de hoy.

Pasó una semana y decían que “los resultados del examen no habían salido”, mientras que otros centros en la tanda matutina y vespertina ya habían arrancado con las clases, mientras tanto, estábamos en un “vaivén”.

“Como habrán visto, algunos procesos este año están más adelantados que otros, por lo cual hemos tenido este inicio de año de manera progresiva y escalonada”, este era el mensaje que recibíamos para el inicio de las clases, sin saber que era otra la situación.

Llegaron los primeros 15 días de febrero y aún no recibíamos información de cuándo iba a iniciar la docencia. Algunos al notar la situación y ver que otros centros ya estaban avanzados en las clases comenzaron a consultar sobre la “la posibilidad de cambio de centro” y no fue posible. Me atreví a enviar un mensaje a la autoridad del centro por correo y dijo que, “todavía no podía regresar”, por lo que me trasladé hasta el centro, al enterarme que unos 25 jóvenes ya estaban estudiando.

Al acercarme al centro, la información que recibí fue que la docencia iba a iniciar de forma “escalonada” por la falta de maestros.

En ese momento, el grupo que estaba tomando clases sólo estaba yendo dos o tres días a la semana debido a que no había personal que les impartiera las clases diarias, como lo estipula el programa.

Hice contacto con los chicos que permanecían fuera igual que yo y descubrí que estaba sucediendo lo mismo en decena de centros, era un malestar general… “no había profesores para dar clases de inglés”, algo que me pareció una completa sorpresa, ya que también hacen convocatorias donde aplican cientos de ciudadanos para ser maestros de inglés.

Pasaban los días y todavía sin respuestas y con la incertidumbre de no saber cuándo podría estar en las aulas adquiriendo conocimientos del nuevo idioma. Fue a finales de febrero, el día 24, cuando vimos la luz. Para salvar el año, a nosotros y por su vocación, el coordinador decidió fungir como maestro nuestro, algo que no estaba dentro de sus obligaciones. Empezamos tarde, unos 25 estudiantes y sin libros. Y sin hacer caso a la evaluación. Al final hemos terminado mezclados los avanzados con los principiantes.

Iniciamos tomando clases dos y tres días a la semana, ya que el mismo maestro nuestro decidió llamar a otro grupo, de 25 jóvenes, con hambre de aprender. Estábamos divididos en grupo A y B. Mientras que el otro grupo que inició primero que nosotros estaba con el único profesor que había en el centro y que también se estaba sacrificando, ya que es de la tanda vespertina.

Así permanecimos hasta las primeras evaluaciones del primer nivel, que fueron tardías, específicamente en la semana del 10 al 14 de abril. El grupo que inició primero solo tenía el libro, mientras que los dos grupos del coordinador, el libro de trabajo. Para una de las evaluaciones, la composición, teníamos que llevar hasta las hojas de maquinilla porque no tenían.

La evaluación de la “Composición” consiste en seleccionar un tema de los trabajados en clase, que envía el Mescyt y escribir sobre él, con una serie de requisitos. Pero, además, hay proyectos que nos asignan que tienen un grado de complejidad muy superior al nivel de docencia que se nos ha dado hasta ahora.

Lo agradecimos porque nos enteramos de que había estudiantes que fueron beneficiados con la beca y no habían tenido ni un solo día de docencia. Tras las evaluaciones, la situación se logró estabilizar, debido a que el maestro unificó ambas clases porque algunos estudiantes decidieron retirarse por diferentes razones.

Sin maestros

Durante el mes de mayo, empezamos a ir todos los días y ambos grupos, que casi sobrepasan los 40 estudiantes. Cuando pensamos que las cosas iban mejorando, a mitad del mes de mayo nos dan la información de que los únicos dos maestros del centro (uno es el coordinador) ya no pueden continuar por “situaciones personales”.

En la actualidad, estamos tomando clases virtuales, con un nuevo profesor, quien ni siquiera reside en la capital, donde está la mayoría de nosotros.

Las clases deben comenzar a las 5:00 de la tarde. Sin embargo, estamos comenzando a las 6:00 de la tarde. También nos cortaban la hora de cierre, que debía ser a las 9:00 de la noche.

Además, notamos un mal manejo del proceso de reclutamiento: el nuevo maestro no ha tenido el debido entrenamiento y el Mescyt no se asegura de que estamos recibiendo una enseñanza de calidad.

Eso ha generado un gran malestar entre todos los estudiantes, debido a que el ecosistema no les permite poder desarrollarse al ser un gran número.

Mientras tanto, no hay profesores en la tanda nocturna, no hay coordinación, los libros como material de apoyo no han estado a tiempo y un sinnúmero de precariedades y problemas.

La bonita y tan recomendada experiencia de mis amigas en años anteriores no se ha replicado este año. Aquel sueño de rosas hoy puede ser descrito como una cruda pesadilla.  


Fuente: Listín Diario

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