El agradecimiento no es parte de la naturaleza humana.
No es innato. La gratitud es una categoría moral de formación. El ser humano aprende a agradecer por la educación que recibe de su entorno.
Si tus padres no te enseñan que las cosas que hacen a tu favor deben marcar un sentimiento de gratitud hacia los demás, jamás vas a creer que tus semejantes merecen de ti un trato especial.
El agradecimiento es un gesto de estima hacia quien nos hace un favor o servicio sin recibir nada a cambio.
Para los artistas, la relación con manejadores, promotores, locutores, periodistas y músicos es netamente comercial y por lo tanto no entra en el ámbito espiritual que reviste el sentimiento de gratitud.
Los artistas no son ingratos, como no son mercaderes de baja monta los dueños de supermercados ni mercenarios atracadores los propietarios de farmacias.
Cuando realizan especiales con descuentos usted no les agradece el que bajen los precios, porque esa acción tiene como objetivo ampliar la base de beneficios de sus negocios.
La gratitud es un don que aprendemos a cultivar bajo la premisa de hacer sentir bien a quien nos beneficia con algo, pero como en el mundo mentalizado de los artistas nadie realiza ninguna actividad sin un beneficio a cambio, estos no sienten el deseo de correspondencia.
Generalmente quienes trabajan con artistas piensan que lo que hacen por ellos tiene un precio de recompensa, y no es así, porque la gratitud tiene valor, pero no tiene precio.
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