El panorama resulta similar en el sector Salomé Ureña, donde los atracos son a plena luz del día, y no discriminan entre niños y adultos. “A mi hijo de 13 años lo atracaron de camino a la escuela junto a otro compañerito y no eran ni las 8:00 de la mañana”, contó la residente Elizabeth Almonte.
Para Almonte, el alto nivel de delincuencia en su sector no solo la afecta como madre y ciudadana sino también como propietaria de un establecimiento comercial. Según señaló a reporteros de este diario, el temor infundido por los infractores de la ley la ha obligado a cerrar las puertas de su tienda de ropa más temprano de lo regular.
En ese mismo orden, el dueño de una carnicería de esa demarcación, cuyo nombre pidió sea omitido, dijo con indignación que “tenemos problemas con los atracadores, los motoristas se le frenan a uno y lo despojan de todo, aquí te encañonan y tú tienes que dar lo que tu tengas”.
“Los otros días como a las 11:00 de la mañana un ladrón se metió a tres casas y fueron los propios vecinos los que tuvieron que defenderse y sacarlos”, relató la joven Rita Lorenzo, habitante en el sector La Lotería, otra de las localidades de Sabana Perdida golpeada por la ola de delincuencia.
Algunos moradores dijeron que el sector necesita de espacios y clubes de recreación sana para los jóvenes.
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Patrullaje.
Pese a las constantes quejas y denuncias de los residentes que han sido víctimas o testigos de estos ataques, los moradores coincidieron en asegurar que el patrullaje policial es prácticamente nulo y que se sienten, en ese sentido, desprotegidos por las autoridades.
Revertida.
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