El sábado 26 de marzo de 2022 un accidente de tránsito “frenó” la vida productiva de Manuel Geraldo Santos Ventura. Cinco meses y medio después espera que las tres fracturas en el fémur, tibia y peroné, de su pierna izquierda, sean operadas.
Pasaban las 10:00 de la noche, al terminar la jornada de delivery en una pequeña pizzería del municipio Yaguate, provincia San Cristóbal, cuando Geraldo se dirigía a su casa en la comunidad La Cabria, y entrando por la subestación del Ingenio CAEI fue embestida la motocicleta que conducía y dejado abandonado. Ahí comenzó su sufrimiento.
Vive con su esposa y cinco de sus siete hijos en una casa hecha de zinc de medio uso y pedazos de maderas. Los dos hijos mayores, de 16 y 17 años, están con familiares de la esposa en Yamasá y San Cristóbal, estudiando en politécnicos, aunque pasan las vacaciones con ellos.
Un equipo de LISTÍN DIARIO llegó hasta la vivienda. Era justo el mediodía del domingo, la temperatura marcaba los 32 grados, pero la sensación termina parecía de 39 o 40. Geraldo estaba en su cama, casi no se puede mover.
Un abanico fijo, echando aire caliente (el zinc que cubre la casa), su hija más pequeña, de 4 años, acariciándole la cabeza, los otros hijos, de 7, 8, 10, 12, 16 y 17 años, en el patio y la sala, y la esposa Yokaira Bodré cocinando arroz, habichuelas y espaguetis.
Ese es el panorama en esta vivienda, cubierta hasta la mitad de tierra, desprendida de una pequeña colina.
Geraldo dejó claro que no está pidiendo más que ser atendido en un hospital especializado para recuperar su salud y seguir en su trabajo de delivery, también de jardinero o motoconcho como solía hacer en sus horas libres para mantener a sus hijos.
Geraldo fue ingresado en el hospital Juan Pablo Pina en San Cristóbal, tras el accidente, y despachado previo a la Semana Santa porque había que hacer espacio para atender las emergencias de ese feriado. La Semana Mayor fue del 10 al 16 de abril.
“Cuando pasó Semana Santa regresé al hospital, pero tenía la eritrosedimentación alta (esto provoca proceso infeccioso) y de ahí ha sido vuelta y vuelta, me reenvían para la casa hasta que baje la eritrosedimenacion y ahora estoy aquí hasta que Dios quiera”, dice el hombre de 43 años. La última vez que lo atendieron fue en julio pasado.
Mostró imágenes de rayos X de las fracturas y una caja del único medicamento que le indicaron para la infección. Este lo obtuvo por la colaboración de una amiga, quien también le llevó cuadernos y mochilas usadas para que los niños inicien el año escolar. Ella, quien prefirió mantenerse en el anonimato, fue la persona que pidió a LISTÍN DIARIO ir a conocer la historia de Geraldo.
Esfuerzos por sus hijos
Geraldo es una persona muy querida, según cuentan sus conocidos. El propietario de la pizzería le paga siete mil pesos mensuales, de los que 850 pesos son para el plan de internet, para que sus hijos puedan distraerse y hacer las tareas con las tabletas que les entregó el Ministerio de Educación.
“Yo necesito volver a estar bien para trabajar, por nada del mundo puedo dejar que mis hijos dejen de estudiar”, dijo al referirse a los dos mayores que cursan el tercero y cuarto de bachillerato, respectivamente.
La casa está en mal estado
Deterioro.
Las camas están deterioradas, excepto la de la pareja de esposos y no hay dónde sentarse, porque un juego de comedor que está en la sala tiene las sillas rotas.
Contactos.
Los teléfonos para contactarlos 809-885-8546 ( de Geraldo) y el de su esposa Yokaira el 829-874-1128.
Vive con su esposa y cinco de sus siete hijos en una casa hecha de zinc de medio uso y pedazos de maderas. Los dos hijos mayores, de 16 y 17 años, están con familiares de la esposa en Yamasá y San Cristóbal, estudiando en politécnicos, aunque pasan las vacaciones con ellos.
Un equipo de LISTÍN DIARIO llegó hasta la vivienda. Era justo el mediodía del domingo, la temperatura marcaba los 32 grados, pero la sensación termina parecía de 39 o 40. Geraldo estaba en su cama, casi no se puede mover.
Un abanico fijo, echando aire caliente (el zinc que cubre la casa), su hija más pequeña, de 4 años, acariciándole la cabeza, los otros hijos, de 7, 8, 10, 12, 16 y 17 años, en el patio y la sala, y la esposa Yokaira Bodré cocinando arroz, habichuelas y espaguetis.
Ese es el panorama en esta vivienda, cubierta hasta la mitad de tierra, desprendida de una pequeña colina.
Geraldo dejó claro que no está pidiendo más que ser atendido en un hospital especializado para recuperar su salud y seguir en su trabajo de delivery, también de jardinero o motoconcho como solía hacer en sus horas libres para mantener a sus hijos.
Geraldo fue ingresado en el hospital Juan Pablo Pina en San Cristóbal, tras el accidente, y despachado previo a la Semana Santa porque había que hacer espacio para atender las emergencias de ese feriado. La Semana Mayor fue del 10 al 16 de abril.
“Cuando pasó Semana Santa regresé al hospital, pero tenía la eritrosedimentación alta (esto provoca proceso infeccioso) y de ahí ha sido vuelta y vuelta, me reenvían para la casa hasta que baje la eritrosedimenacion y ahora estoy aquí hasta que Dios quiera”, dice el hombre de 43 años. La última vez que lo atendieron fue en julio pasado.
Mostró imágenes de rayos X de las fracturas y una caja del único medicamento que le indicaron para la infección. Este lo obtuvo por la colaboración de una amiga, quien también le llevó cuadernos y mochilas usadas para que los niños inicien el año escolar. Ella, quien prefirió mantenerse en el anonimato, fue la persona que pidió a LISTÍN DIARIO ir a conocer la historia de Geraldo.
Esfuerzos por sus hijos
Geraldo es una persona muy querida, según cuentan sus conocidos. El propietario de la pizzería le paga siete mil pesos mensuales, de los que 850 pesos son para el plan de internet, para que sus hijos puedan distraerse y hacer las tareas con las tabletas que les entregó el Ministerio de Educación.
“Yo necesito volver a estar bien para trabajar, por nada del mundo puedo dejar que mis hijos dejen de estudiar”, dijo al referirse a los dos mayores que cursan el tercero y cuarto de bachillerato, respectivamente.
La casa está en mal estado
Deterioro.
Las camas están deterioradas, excepto la de la pareja de esposos y no hay dónde sentarse, porque un juego de comedor que está en la sala tiene las sillas rotas.
Contactos.
Los teléfonos para contactarlos 809-885-8546 ( de Geraldo) y el de su esposa Yokaira el 829-874-1128.
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