El mundo es nuestra escuela, nuestro hábitat, nuestra
Por: Natacha Féliz Franco
SANTO DOMINGO.-La humanidad ha estado siempre “brincando la tablita” para salvarse de algo, para avanzar hacia el bien, para amigarnos con el sentido común. Todo apunta al amor, la energía que mueve a este planeta; su ausencia ha tejido nuestra historia, su entendimiento nos ha permitido sobrevivir. Dos mil años desde que el “maestro del amor” caminó sobre la Tierra y la compasión y la bondad aún son tareas que, más allá de su definición, necesitarían espacio en la vida práctica, en los pequeños detalles, aquellos que nos hacen tender la mano de la solidaridad lejos de los flashes de las cámaras o las catástrofes.
Aprender a transitar sobre los rieles del amor es conectar con el Orden Divino. Pero, hay demasiadas interpretaciones sobre lo que Dios quiere, olvidando que cada quien tiene un sendero que debe recorrer y el cual es revelado a medida que valientemente avanzamos para conquistarlo. Constantemente estamos siendo desafiados para que, desde nuestras acertadas acciones individuales mejoremos al mundo. El compromiso es superarnos a cada instante. Por supuesto, no hay atajos ni caminos rápidos, el trabajo interior es la verdadera magia.
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