II Domingo de Pascua
a) Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 42-47.
El título de este libro no responde al contenido de la obra, no nos informa de los hechos de todos los Apóstoles, sino que nos habla casi exclusivamente, sin pormenores, de Pedro y Pablo. El contenido está centrado en la historia de la fundación, desarrollo y propagación del primitivo cristianismo.
En los últimos versículos del segundo capítulo Lucas cuenta brevemente la intensa vida de fe de la primera comunidad apostólica en Jerusalén, después de la venida del Espíritu Santo durante la celebración de Pentecostés, describiendo las actitudes y prácticas que mantienen esa vida: la escucha de las enseñanzas de los Apóstoles, la oración continua y la “fracción del pan”. El Templo en el que Jesús había enseñado y confrontado a los escribas y fariseos continuó siendo frecuentado por sus devotos seguidores judíos.
b) De la primera carta del Apóstol San Pedro 1, 3-9.
La tradición antigua atribuye la carta a Pedro, anciano y quizás prisionero, cercano a la muerte; con ese nombre se introduce el autor en el saludo, “Pedro, apóstol de Jesucristo”. Encarga su redacción a Silvano, compañero de Pablo. Esta primera Carta se considera como un testimonio de su fe, dirigido especialmente a la comunidad de gentiles que se habían convertido al cristianismo en el Asia Menor. Su argumento principal es la necesidad y el valor de la pasión del cristiano a ejemplo y en unión con Cristo. Su intención era consolar y animar a los cristianos de Asia durante los tiempos de persecución y sufrimiento, describiendo el significado de la nueva vida que habían recibido en el bautismo.
c) Del Evangelio de San Juan 20, 19-31.
En este evangelio se relatan dos apariciones de Jesús resucitado: primera en la tarde del mismo día de la Resurrección, estando ausente el apóstol Tomás (vv. 19-20); la segunda, con Tomás presente, a los ocho días de la primera (vv. 24-31). El estado de ánimo de los discípulos era deplorable: puertas cerradas por miedo a las autoridades religiosas; tristeza, incomunicación y duda radical sobre Jesús. En este contexto comunitario tiene lugar la inesperada aparición de Jesús al atardecer, quien les saluda: “Paz a ustedes”. Y en seguida les muestra las manos y el costado con las llagas de la Pasión, como pruebas de su identidad.
El efecto que se sigue es la alegría y la fe de los discípulos al ver al Señor resucitado, quien por segunda vez les desea la Paz.
La profesión de fe pascual, será el fundamento de la esperanza, anuncio y testimonio de los Apóstoles y del Credo secular de la Iglesia naciente y futura. Jesús confía una misión a su Iglesia representada en los discípulos: “Como el Padre me ha enviado así también los envío yo”. Jesús infunde su Espíritu sobre sus discípulos con un rito que diríamos sacramental “exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo” (v. 22). Al darles su Espíritu, Jesús añade: “a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”.
En la segunda aparición, Jesús invita a Tomás a realizar sus comprobaciones empíricas, por la conclusión que pronunciará Jesús podríamos decir que los destinatarios de esta aparición somos todos nosotros: “dichosos los que crean sin haber visto”. Él es un modelo paradójico de fe, pues si en un principio es paradigma de incredulidad, posteriormente es modelo de fe absoluta, pues de sus labios brota la más alta confesión de fe en Cristo que leemos en el Nuevo Testamento: “¡Señor mío y Dios mío!” (v. 28). Y ante esta espléndida confesión, Jesús concluye: “¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto” (v. 29).
Hoy más que nunca el mundo necesita esa paz, fruto de la Resurrección, para afrontar con resiliencia la pandemia del sars-co2. Mis plegarias por los que han perdido la vida, por los que sufren y por los que día a día luchan por salvar a sus hermanos. ¡Ánimo y paz en el Señor!.
Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo.
B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.
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