Al politólogo, Dr. Leonte Brea
Como una debilidad troncal del desarrollo de las ideas políticas en Santo Domingo, se expresa en algunas coyunturas, un desconocimiento notorio de las luchas por el Poder y el manejo adecuado de las contradicciones, que norman el sentido prioritario de las decisiones unitarias. La nulidad del pensamiento crítico y el desconocimiento de las fases del proceso histórico, conlleva a confundir nuestros sentimientos primarios, predilecciones y resquemores, con el ejercicio objetivo de las alianzas políticas, necesarias para la conquista del Estado, como gobernanza eficaz y estable de la nación. La historia muestra con creces las alianzas más insólitas en la consecución del Poder político. José Francisco Peña Gómez, aclimataba la idea de las alianzas con un sentido de aprendizaje social e histórico, que le permitió auspiciar sumatorias que incidieron en la vida nacional, y que en algún momento, estuvieron al punto de priorizar un viraje sin precedentes dentro de nuestro confinamiento geopolítico y la dependencia cuasi absoluta durante la “guerra fría”. En estos momentos se ha logrado construir un poderoso frente unitario en la práctica, que tiene acorralada a la maquinaria continuista del Partido de la Liberación Dominicana. La correlación de fuerzas políticas favorece ostensiblemente a la oposición.
El reinado palaciego de lo que el yugoslavo, Milovan Djilas, llamaba la “nueva clase”, está siendo amenazado de quebrarse, fundamentalmente como resultado de la coincidencia política de un sector importante del propio partido de gobierno con la oposición. Subestimar o desconocer este verdadero “cisne negro”, constituiría una miopía política. Djilas disentía del sistema socialista de Yugoslavia, del cual él había sido creador y defensor, señalando que el grupo que manejaba el Poder, que controlaba la administración del Estado, había constituido una nueva clase social formada por burócratas que no eran propietarios de los medio de producción, sino meros administradores de éstos, aprovechándose de ello, para proporcionarse privilegios y ventajas. Djilas acentuaba que la nueva élite del Poder traspasaba su influencia a sus familias y sus miembros. En el caso dominicano, muchos se han convertido en socios de los dueños de los medios de producción y en la mayoría de los casos en competidores de los mismos con inversiones propias, bajo los enmascaramientos y suplencias apropiadas.
La unidad que se ha dado sobre principios democráticos de transición no debe ser estropeada por intereses particulares. Evitemos una oposición sectaria y tubular que no vea más allá de sus propias narices. Y que podría disparar a diestra y siniestra creyéndose victoriosa, sin visualizar los enormes recursos disponibles todavía, a pesar del descontento nacional, con que cuenta esa “nueva clase” como la llamaría Milovan Djilas. Luis Abinader es un acierto político encabezando esa alianza victoriosa, tiene los pies sobre la tierra y liderazgo suficiente para garantizar esa unidad, combatiendo al adversario principal, derrotándolo con la mayor cantidad posible de sumatorias y de aliados. El país demanda madurez emocional, templanza y astucia, condiciones que Luis posee, para unidos, sacar a la “nueva clase”, de su rol hegemónico en el Estado dominicano.
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