¡Ay de los millones que me dejé de ganar!, esa es la primera expresión del exlanzador de Grandes Ligas Juan Dominguez, cuyo talento paseó por el mejor béisbol del mundo durante las temporadas 2003, 2004 y 2005.
Pero, hoy vive en la indigencia en la provincia de Mao, Valverde, luego de desviarse de las líneas de cal de los terrenos de béisbol para entrar en las rayas blancas de las drogas y alcohol.
Dos hechos marcaron el rumbo de su vida, una lesión en el tobillo en la temporada del 2006 con el equipo de los Sacramento River Cats, sucursal Triple A de los Atléticos de Oakland que le impidió volver a Las Mayores y posteriormente la muerte de su madre.
“Eso me afectó mucho, además de que me cambiaron por tres jugadores para Oakland, yo me sentía bien en Texas”, dijo Domínguez, quien reside en el barrio Tito Cabrera del municipio de Esperanza en Mao en una pequeña casucha sin empañetar y de zinc, con piso de cemento, sin baño, en medio de la estrechez, cuyo espacio solo le permite tener una “camita”.
Domínguez debutó en Grandes Ligas en el 2003 con los Vigilantes de Texas, con ese equipo lanzó sus únicas tres temporadas en Grandes Ligas, apareció en 32 juegos, 17 de ellos como abridor, terminando con una efectividad de 4.60.
Luego fue cambiado desde Texas a los Atléticos de Oakland por los lanzadores pitcher John Rheinecker y el infielder Freddie Bynum.
Los Atléticos lo dejaron libre después de terminada la temporada 2006 y firmó con los Saraperos de Saltillo en México (nivel triple A), conjunto con el que lanzó un partido en 5.2 entradas, permitió un cuatro hits en igual cantidad de carreras con siete boletos y cuatro ponches.
Quiere entrar a centro rehabilitación
Pide ayuda
Se lamenta de que hoy vive en la más absoluta pobreza rodeados de inmundicias, reclama el apoyo de 5 mil pesos mensuales para ser ingresado a un centro de habilitación en Santiago.
“Me da pena y vergüenza de que yo tengo que reclamar ese problema que me está pasando porque yo gasté demasiado dinero”, dijo un acongojado Domínguez, con un nudo en la garganta de la tristeza que no le permite articular bien las palabras.
Aún así, a sus 35 años y ya con gran parte de su juventud consumada, el nativo de Sánchez Ramírez quiere dejar atrás esos episodios oscuros en su vida y busca levantarse ante las situaciones más adversas, de lograr su supervivencia cuando el viento sopla en su contra con la fuerza de un huracán del trópico.
“Yo quiero entrar a un centro de rehabilitación tan siquiera durar un año o dos, tranquilo ahí que cuando viene a ver puedo volver otra vez al béisbol. Puede ser como pitcher, o instructor”, expresa el exlanzador que tiró con los Toros del Este en dos temporadas (2004-05 y 2005-06). En tres juegos, lanzó 12.1, permitió tres carreras limpias, otorgó nueve boletos y abanicó a 11.
Expresa que en estos momentos no recibe ayuda de ningún tipo, y ha visitado en varias ocasiones al Ayuntamiento Municipal para que le consigan un trabajo y poder mantenerse al mismo tiempo que le hace un llamado a las autoridades de su provincia para que vayan en su auxilio.
“Yo le pido al presidente que también me ayude, que traten de ayudarme para yo poder garantizar que puedo durar par de años”, manifiesta Domínguez, quien tiene dos hijos pequeños, Juan Manuel Dominguez y Yaseirys Dominguez de 9 y 7 años, respectivamente
Se siente arrepentido
Domínguez tiene la disposición de reinsertarse en a la sociedad, sus sombríos días perdidos en las pesadas brumas que producen las drogas son cuestión del pasado.
“Yo estoy quitado de eso, yo sé lo que es la vida de las drogas, pero ahora no estoy en eso, Yo estoy en comer mucho y alimentarme”, relata el expitcher que fue firmado por los scouts Manny Bautista y Jesus Ovalles de Texas en el 1999.
“Yo no soy una de esas personas que andan en la calle bebiendo, yo me tranco y estoy tranquilo en mi casa”, reitera, quien según sus registros, tuvo su mejor partido contra los Yankees de Nueva York el 5 de junio del 2004, al lanzar 8 entradas completas de una sola carrera, cinco hits y ponchó a cinco y obtener la victoria. Asimismo, volvió a recetarle 10 ponches a ese equipo el 13 de agosto del 2005. En siete entradas, toleró nueve hits y cinco carreras, pero salió sin decisión.
Mensaje a la juventud
Exhortó a los lanzadores jóvenes a que traten de ahorrar de lo que ganan en el béisbol, que no usen sustancias prohibidas y que tengan a Dios por encima de todo.
“El béisbol es una de las profesiones más millonarias del mundo y yo ahora que estoy fuera no tengo con que mantenerme, por eso yo digo a los muchachos que se mantengan y que se agarren de Dios y que tiren para alante”, finalizó.
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