El costo de producción por tarea de café es de unos RD$16.000 en los primeros tres años, hasta que la planta llega a parir. |
El café dominicano entrará desde julio en el círculo de la alta cotización en la Unión Europea, cuando su valor económico en el reglón de “cafés especiales” comience a triplicarse.Eso será posible gracias a que República Dominicana logró la “Denominación de Origen Protegida Café Valdesia”, que incluye a productores organizados de las provincias San Cristóbal, Peravia y San José de Ocoa. La notificación provisional sobre esa distinción llegó el pasado mes de marzo, luego de un amplio trabajo realizado, mientras que la oficial se hará en tres meses vía una comunicación directa a las autoridades dominicanas del ramo.
En el mercado europeo hay tres tipos de cafés que tienen sello, de acuerdo con explicaciones ofrecidas a este diario por el director ejecutivo del Consejo Dominicano del Café (Codocafé), José Fermín Núñez. Uno de esos sellos lo tiene Colombia (como indicación geográfica para decir que el café es de un sitio equis de ese país) y dos sellos más los tienen cafés de naciones de Asia. Pero del mundo, solo los dominicanos cuentan con Denominación de Origen Protegida, registrada ante la UE. Para recibir la certificación el país tendrá que pagar una tasa que exige la UE y una delegación deberá acudir a recibir el documento correspondiente. Las gestiones para obtener el registro iniciaron desde el año 2013 y luego de conseguida se traducirá en más dinero que obtendrán los caficultores vía los precios del rubro exportado a esa parte del mundo.
La noticia llega en momentos en que la caficultura dominicana da señales de recuperación, dentro del estado adverso que ha tenido por años, especialmente bajo el ataque de la broca, la roya y una sequía prolongada que no da tregua en ninguna actividad agrícola. El director ejecutivo del Codocafé calcula que se han sembrado, renovado y organizado unas 160 mil tareas en el país y advierte que para mantenimiento de esas plantas ya colocadas se requiere apoyo financiero del Banco Agrícola. De las variedades en cultivo algunas proceden del extranjero y otras son del ámbito local. Las del extranjero son resistentes a la roya. Entre los tipos figuran: catimor 86-67 (una línea desarrollada en el país) y la lempira, parainema, obatá, iapar y acawa, de procedencia extranjera. Son variedades que llevan dos años de sembradas a nivel local y el comportamiento de adaptabilidad hasta ahora ha sido satisfactorio.
De esa forma se espera dejar atrás una serie de limitaciones de la caficultura, provocadas fundamentalmente por la existencia de plantaciones viejas, enfermas e improductivas; falta de recursos de los productores para el cuidado de los predios y plantas susceptibles a enfermedades. ¿Qué tendríamos que hacer? se pregunta el funcionario del Codocafé. Y enseguida responde: “Se requiere definir una estrategia en el Banco Agrícola que establezca un fondo especializado para financiar las actividades de campo”.
Ese fondo que refiere José Fermín Núñez serviría para comprar plantas, fertilizantes y para cubrir las labores en los cafetales. El funcionario le suma a eso, la importancia de que al Codocafé se le mejore su presupuesto, llevándolo de 282 millones de pesos (que es la asignación actual por año) a 500 o 550 millones.
“Con un poco más de presupuesto podríamos fortalecer algunas debilidades que tenemos. Con esa alianza, en unos diez o doce años, trabajando de manera sostenida y renovando entre 120 mil y 150 mil tareas por año podríamos lograr la renovación total de nuestra caficultura”, dice Núñez.
“En el mediano plazo estamos en proceso de una alianza estratégica con los productores individuales, las asociaciones de productores, cooperativas, federaciones y otras áreas estratégicas con quienes estamos produciendo plantas para que ellos mismos las consuman. Y con ellos mismos definimos de una vez las acciones de siembra”, agrega.
Núñez citó el caso de Santiago Rodríguez, que tiene unos 72 caficultores. “Con esos productores tenemos un plan para que cada uno de ellos mejore veinte tareas. Puede que la persona tenga ochenta tareas, pero iniciamos el mejoramiento con una pequeña”, expresó.
Garantizó que eso se irá convirtiendo y multiplicando paulatinamente, como si se tratase de una escuela de campo o un proceso de enseñanza-aprendizaje. Para eso, el productor debe contar con niveles de financiamiento en el Banco Agrícola que ayuden a cubrir las distintas labores que requiere el cultivo de café. En las parcelas, de manera paralela, se está sembrando alimentos para que el productor tenga algunos ingresos adicionales (fuera del café) que puedan garantizar su sustento. Dijo que es importante que el Departamento de Producción del Ministerio de Agricultura vaya apoyando las actividades de la siembra de esos rubros.
El área de café sembrada el país es de un millón 618 mil tareas. Se han perdido unas 500 mil en varios años. Con las variedades introducidas al país se han conjugado tres elementos, plantea el Codocafé. Con ellas se logra, resistencia, productividad y buena calidad de tasa (aceptación en el mercado y precios altos). El rendimiento de las plantas alcanza las 200 y 400 libras por tarea. En lo que va de 2016 se han exportado 96 mil quintales de café tostado y molido.
Un evento para celebrar el Día Nacional del Café
En una actividad realizada ayer por el Día del Café, José Fermín Núñez resaltó que con la renovación de los cafetales se ha beneficiado a 7,497 productores con 73 millones de plantas producidas y eso ha contribuido con la generación de 9,236 empleos en todo el país. En el evento, efectuado en la sede del Codocafé, ubicada en la calle Francisco Prats Ramírez número 251 del sector Evaristo Morales, se reconoció a diferentes representantes del sector cafetalero de República Dominicana. La ocasión fue aprovechada por algunos de los reconocidos para resaltar los esfuerzos del Gobierno, a través de la institución rectora del ramo cafetalero. Resaltaron que el cultivo contribuye con la disminución de los efectos provocados por el cambio climático, evitando la erosión del suelo.
Por: Martín Polanco y Mario Mesa
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