Por: Rubén Moreta
El cacicazgo del Maguana, lugar donde los conquistadores españoles levantan la Villa de San Juan de la Maguana, aporta la primera mujer gobernante de nuestra isla, la Cacica Anacaona, cuyo posterior martirologio es la génesis del abuso, violencia y humillación en contra de la mujer en el continente americano.
Anacaona, -cuyo nombre en lengua taina significa flor de oro- heredó el gobierno de dos cacicazgos: Maguana, en el centro de la isla, tras la muerte de su esposo Caonabo en 1496, y Jaragua, Xaragua o Xaraguá de su hermano Bohechío, en el sur-occidente isleño, en el 1502.
Anacaona, con su talento e ingenio, demostró muy tempranamente que las mujeres sí pueden gobernar, porque tienen la inteligencia, carácter y aptitud para hacerlo.
La historia de Anacaona es la historia del sufrimiento humano, de la opresión, de la rebeldía, de la resistencia. Su enfrentamiento desigual con los conquistadores españoles la catapulta a un sitial heroico.
En el 1503 Anacaona urdió una rebelión en contra del gobierno invasor e intentó después establecer una negociación amigable, por lo que aceptó recibir al gobernador Nicolás de Ovando a su tierra del Jaragua. Tras el festín, se abalanzaron más de trescientos soldados en contra de los indígenas reunidos, dando muerte casi a todos. Ese sangriento acontecimiento es denominado la Matanza de Jaragua. Anacaona escapó, pero tres meses después fue hecha prisionera y ahorcada en una plaza pública.
La revista Pabadal resume la valoración en torno a la cacica “flor de oro” que han hecho historiadores y cronistas:
“Bartolomé de Las Casas se refiere a ella como “nobilísima persona, gran señora, benemérita de los cristianos”. Herrera la califica como “insigne, mujer prudente y entendida”. Pedro Mártir de Anglería y Juan Bautista Muñoz coinciden con denominarla “famosa heroína”. Charlevoix menciona que Anacaona es “una mujer de ingenio superior a su sexo y a su nación“, el barón Emile Nau dice de ella “graciosa reina e ilustre poetisa”, don Antonio del Monte y Tejada la llena de elogios y don José Gabriel García afirma que su “hermosura incomparable corría parejas con sus talentos y sus virtudes“.
Gianbattista Ramusio; “a su belleza se unía el ingenio y la afabilidad“, el padre Meriño la presenta como “la india más hermosa y de más esclarecido talento“. Javier Angulo Gurídi dice “era bella, generosa y espiritual” y el conde Roselly de Lourgues, “la más notable individualidad; de imparable fama, y musa visible que personificada la suave poesía y el vivo esplendor de las Antillas“.
En aras de tergiversar su papel en la resistencia aborigen frente a la colonización, ha recibido todo tipo de acusaciones y descalificaciones. La más ruin y soez, es el de libidinosa.
El autor es Profesor UASD.
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