Rafael Subervi Bonilla, el viejo Fello, ha sido un hombre afortunado en la política alcanzando posiciones cimeras que le han reportado grandes beneficios.
Fello ha ocupado la sindicatura de la capital en dos ocasiones, el ministerio de turismo dos veces, ministro de Interior y Policía y diputado, militando en la escuela democrática más importante que tuvo el país: El otrora poderoso, hoy entelequia, Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del cual fue secretario general.
Aspiró a la nominación presidencial de la República por el PRD. Perdió la convención de Hipólito Mejía y lo aceptó democráticamente.
A un hombre con esa historia no le luce crear una crisis en el nuevo Partido Revolucionario Moderno en medio de un proceso electoral donde se elegirán más de 4 mil cargos incluyendo la presidencia del país con amplias posibilidades de ganar, porque no lo señalan con el dedo como candidato a la alcaldía de la capital.
Fello no quiere encuestas ni convención, solo que lo proclamen. Y si la dirección del PRM y la Comisión Organizadora de la Convención no lo proclama, hace un lío. Le echa una vaina hedionda al salcocho para que nadie pueda comerlo.
Con su posición antidemocrática el viejo dirigente atenta contra la victoria de Luis Abinader como presidente de la República de miles de dirigentes y militantes que pueden ser electos como regidores, alcaldes, diputados y senadores.
Fello está fuera de contexto, de sí mismo y hasta de su propia historia política. Si es cierto, como asegura, que tiene mayoría dentro del PRM debe someterse al escrutinio de las bases o permitir que una o varias encuestas honestas decidan quién debe ser el candidato a síndico de Santo Domingo. Y el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió. Esa es la regla de oro de la democracia.
Algunos dicen que Fello ha negociado con Miguel Vargas para volver al PRD y entregarse a los brazos del gobierno que le está ofreciendo “villas y castillos”, razón por la cual está creando una crisis que justifique ese acto ignominioso. (Quiero dudarlo)
Terminar su exitosa carrera política, a su edad (va rumbo a los 80 años), como un traidor igual que Miguel Vargas y otros, es una pena.
A Fallo, no le luce.
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