Las largas filas y el caos marcan el cierre del Plan de Regularización
Con más calma laboraba en su penúltimo día las oficinas del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros ubicados en Santo Domingo. Ayer, elCaribe visitó los tres locales de la capital ubicados en el Distrito Nacional, Santo Domingo Norte y Este. El ambiente prácticamente permanecía igual: cientos de extranjeros esperaban entrar a los locales, la Policía y militares vigilantes y las ventas de turnos de hasta 2 mil pesos el grito de los solicitantes. Los supervisores de los tres locales coincidieron en que los extranjeros comenzaron a abarrotar los centros hace solo una semana. “Meses atrás había días que nadie venía”, contaba ayer uno de los empleados. Los centros más concurridos aquí son el del Distrito Nacional, el de Santo Domingo Este y, en mucho menor medida, Santo Domingo Norte. Mujeres embarazadas y niños completaban un panorama común de espera, en medio del sofocante calor.
Un haitiano que vendía “turnos” fue apresado frente al edificio Juan Pablo Duarte del Distrito Nacional. Los extranjeros dicen que “quien no paga no entra” a los centros de regularización. La cuota, según las denuncias, llega hasta los RD$2,000.
La espera
Los haitianos esperan a la intemperie para acceder a los locales del Plan. Ayer la fila en el edificio Juan Pablo Duarte se extendía toda una cuadra. Este es el centro más concurrido y el único que registró incidentes con bombas lacrimógenas.
Embarazadas
Las autoridades dándole paso a las madres con bebés y a embarazadas en el centro de Sábana Perdida, Santo Domingo Norte. Allí la cantidad de extranjeros no superaba los 250. Es, aparentemente, el centro donde menos gente acude.
Basura
Un hombre camina por la calle en el centro ubicado en la urbanización Los Ángeles, en Santo Domingo Este. La basura, el comercio informal, los tapones y el desorden son cuatro elementos comunes en todos los centros de la capital.
Angustia
Los haitianos hacinados mientras esperan con tremendo sol en las afueras de local de Santo Domingo Este. Allí denunciaron que amanecen sin la seguridad de poder inscribirse. Esto porque “quien no paga, no entra” al centro.
Por Natalí Faxas
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