Puerto Rico se ha caracterizado por ser una fábrica de grandes receptores para el béisbol de las Grandes Ligas.
Tales son los casos de los hermanos Molina (Yadier, José y Bengie), Iván Rodríguez, Sandy Alomar, Benito Santiago, Jorge Posada, entre otros, quienes escribieron con letras doradas sus nombres en las Mayores.
En la actualidad, la “Isla del Encanto” tiene a René Rivera, quien con pasos firmes avanza desde esa posición en el béisbol profesional. Una muestra de ese crecimiento profesional del nativo de Bayamón lo está presentando con los Tigres del Licey en la Serie Final ante los Leones del Escogido.
“Le doy gracias al Señor por haberme dado esas habilidades”, expone Rivera a elCaribe. “No es fácil ser receptor. Tienes que estar pendiente a muchas cosas, pero con el trabajo fuerte y la entrega al juego, he podido sobrellevar todas esas situaciones”, expone.
En los primeros cuatro encuentros de la final, Rivera ha sido pieza fundamental para que los Tigres, que sin el resultado de ayer, comandaban la serie 3-2.
“Mi misión con el Licey es poder llevar el pitcheo de la mejor manera posible. Tratar de que el lanzador pueda enfocarse en realizar buenos lanzamientos y que a la vez se sienta cómodo”, indica el jugador puertorriqueño.
Con el encuentro de ayer, Rivera elevó a seis su presencia en la posición dos de la Serie Final. Asimismo fue responsable en las victorias 2-1 y 5-1 de los Tigres en los primeros juegos de la serie.
El relevo azul también ha estado superbo y Rivera atribuye ese trabajo a la excelente comunicación que tiene con sus lanzadores.
Afirmó que la mayor responsabilidad de llevar el partido recae sobre él, el coach de pitcheo Ricardo Aponte y el manager José Offerman.
Sobre su batazo, reveló que estaba esperando un pitcheo en recta, pero terminó haciendo el ajuste y cazando un slider del relevista Jorge de León que se mantuvo en la zona de strike. René Rivera aseguró que no subestiman a ningún bateador escarlata y que cuidan todos los detalles del juego.
Un repaso por las Grandes Ligas
En 2011, Rivera no logró hacer el equipo en los entrenamientos primaverales de los Mellizos de Minnesota. Pero dos meses después recibió la llamada por parte del equipo de que sería subido.
“Esas son de las llamadas más importantes que uno puede recibir en esta profesión”, recuerda el veterano jugador, quien participó en 45 partidos.
“Gracias a que pude regresar a las Mayores tras seis temporadas abajo”, agrega. Nuevamente vuelve a la Gran Carpa, esta vez con los Padres de San Diego la temporada pasada, participando en 23 encuentros.
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