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viernes, 24 de mayo de 2013

Un amor inigualable y eterno

Sobre el amor de las madres por sus hijos no queda nada por decir que ya no sehayadicho; sabemos que es el amor mas desinteresado, el que no espera nada a cambio y elque todo lo perdona. Las madres aman a sus hijos desde el momento mismo de la concepción y aún después que los han perdido para siempre.
Es el de la madre el amorde los desvelos y de las privaciones; el único capaz del mayor de los sacrificios pues sólo una madre daría su vida a cambio de preservar la de un hijo. Sólo Dios nos ama más que nuestra propia madre.
Existe, desde el mismo vientre materno, una conexión espiritual tan arraigada y profunda entre la madre y su hijo, que ésta siente, presiente y hasta adivina cuando alguno de ellos estáen peligro, enfermo, o le acontece alguna contrariedad. De ahí la frase, “hijo mío, te llamecon el pensamiento”; o, “yo sabia que algo malo te ocurría, me lo decía una angustia en mi corazón”.
Y ese amor por el hijo o la hija dura y perdura por siempre a través del tiempo. No importa cuán bueno o“mal agradecido” le haya salido; la madre no lleva esas cuentas. Ella cría a los hijos y en muchos casos recibe luego a los nietos y empieza a criar de nuevo, con el mismo amor aunque no ya con las mismas fuerzas.
La madre--abuela se sacrifica hasta que cierra sus ojos. De ejemplos de abuelas así, está poblado nuestro país y todos nuestros países latinos donde las madres tienen que emigrar a trabajar, dejando asus hijos al cuidado de sus progenitoras.
La madre, cuando pierde a un hijo, nunca lo olvida; al contrario, le ama más, lo añora más y le hace un altar en su corazón. Y le pregunta a Dios: “Señor, porque él y no yo?”.
Y se pregunta también dónde y cómo estará ahora yqué puede hacer ella para mitigar su pena, si es que está padeciendo alguna en aquellos lugaresadonde ha trascendido su alma.
El amor de la madre por el hijo ausente, como vemos, no termina con la ausencia física del fruto de su vientre. Con el paso del tiempo se mitiga su dolor pero jamás se secan sus lágrimas.
Dicen los entendidos en estas cosas que pertenecen al plano de la fe, que el amor de la madre por sus hijoses tan poderoso y que el hilo que los une espiritualmente es tan fuerte, que ella, la madre que ha visto morir a su hijo, es la mas llamada a interceder ante Dios para que se acorte cuanto antes el periodo de purificación por el que todos alguna vez tendremos que transitar antes de llegar hastasu Divina Presencia.
Particularmente creo que Dios en su gran misericordia, y por el gran amor quetiene a sus criaturas, se conmueve de un amor y un dolor tan auténticos y tan profundos como los de la madre a quien undía El leentregó un hijo y tuvo que pasar por la desdicha de verlo partir antes que ella.
En este Día de las Madres, pidamos a nuestro Padre y Creador que por los méritosde su hijo Jesucristo y con la intercepción de Su madre María, lade la Alta Gracia, bendiga a todas las madres dominicanas; les fortalezca en la fe; les ayude en la crianza de sus hijos en estos tiempos de tantas carencias y dificultades y les conceda una vida digna, la que en su calidad de hijas de Dios les corresponde.

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